lunes, 16 de abril de 2018

“¡CREAD!”

"¡CREAD!”

Cuando el Espíritu del Gran Alquimista insufló el soplo de la vida en las fosas nasales del hombre, el tabernáculo de barro se saturó del fuego del Espíritu creador. Un Dios en embrión había nacido.
Los aspectos prácticos de la alquimia se encuentran en manifestación sólo en quien ha desarrollado el poder de ejecutar los designios de la libertad. Ninguna cosa que ate es amiga del alquimista; sin embargo, la meta del alquimista es comprometer al alma para su cita inmortal, para que el pacto de la vida pueda ser santificado en el mismo momento en que el precioso don de la identidad individual es aceptado.
Ahora bien, la identidad del alquimista ha de encontrarse en el mandato “¡Cread!”. Y para que pueda obedecer, las ardientes energías de la Creación le son dispensadas a cada instante. Como cuentas de cristal que descienden por un hilo cristalino, las energías de la esencia creadora de la vida descienden hacia el cáliz de la conciencia. Sin detenerse ni aplazar su curso señalado, caen de continuo en el depósito del ser del hombre. Aquí, ellas crean una estructura para su fortuna o su desgracia, ya que cada ápice de la energía universal pasa a través del nexo registrador y se le imprime el fíat de la creación.
El fíat refleja el propósito de la voluntad de la mónada individual. Cuando se reprime el fíat, hay un desgaste innecesario de la gran caldera cósmica en el momento en que la capacidad del impulso, que desciende en forma de cáliz, es rechazada por la conciencia y se convierte en una oportunidad perdida. Allí donde no se imprime cualidad ni fíat de propósito, la energía conserva sólo la identificación divina del talento sin el sello de la individualización; y de esta manera cae dentro de los cofres que contienen los registros de la corriente de vida sin haber sido matizada en absoluto.
El proceso creador es, entonces, de muy poco significado para el individuo que no reconoce el mandato de crear, porque al no reconocerlo pierde el derecho a su prerrogativa divinamente otorgada. Como resultado de que el hombre desatendiera su responsabilidad, Dios emitió el fíat que está escrito en el Libro del Apocalipsis: “Ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá que fueses frío o caliente! Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca”.
El fíat de crear debe ser atendido, pero roguemos a Dios que los hombres atiendan bien la soberana responsabilidad que la Vida les ha dado de crear siguiendo el modelo de la simiente divina. Bien harían en emular a los antiguos dioses de la raza y a los sacerdotes reales de la orden de Melquisedec en sus empeños creadores, para que puedan transmitir a la cadena de energía de la vida ese aspecto peculiar y fascinante del genio cósmico que es la naturaleza el Dios eterno.
Mientras los individuos se permitan permanecer en un estado de temor constante, mientras se nieguen los grandes beneficios de la esperanza universal, mientras sigan dejando de lado el significado de la promesa “Su misericordia es para siempre”, continuarán en la ignorancia privándose de la bendición que rezuma del correcto ejercicio del privilegio espiritual.
Menospreciar el alma del hombre, hacerla caer en un sentido de pecado, de frustración y de autocrítica, es obra de los príncipes de las tinieblas. Pero la fortaleza de los hijos del cielo, de los Maestros Ascendidos y de los seres cósmicos consiste siempre en elevar esa suprema nobleza –que es tanto la textura como el contenido del ama– hacia tal prominencia en la vida del hombre que éste pueda escuchar la palabra dominante del Dios eterno en vibrantes tonos: “Tú eres mi hijo; hoy yo te he engendrado”.
El hombre debe establecer un pacto de confianza universal basado en su propio compromiso interno con la gracia de Dios, que no le va a prohibir ejercitar el poder de la Palabra viva para emular a los maestros, para emular al Único Hijo Engendrado del Padre, para emular al Espíritu de consuelo y de verdad. Y cuando lo haga, encontrará abriéndose a su conciencia un nuevo método de limpieza para su alma por el poder del Espíritu del SEÑOR. Entonces llegará a comprender el significado de la sentencia pronunciada hace mucho tiempo con respecto a Abraham: que la fe de Abraham “le fue imputada a justicia, y fue llamado Amigo de Dios”.
Y, así, “no con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho el SEÑOR de los ejércitos”, el hombre realiza la hazaña alquímica de transmutar los metales básicos de la conciencia humana en el oro de la iluminación crística. La fuerza humana y el poder humano nunca podrán transformar la oscuridad del hombre en luz, ni liberar a los hombres del sentido de la lucha que proscribe de su vida al reconocimiento del potencial divinamente otorgado que yace dentro de los dominios del yo.
Los victoriosos logros del Maestro Jesús, junto con las “mayores obras” que prometió a los discípulos del Cristo que éstos harían, “porque yo voy a mi Padre”, siguen siendo en esta era, como en eras pasadas, un fíat de liberación universal. De esta manera, las obras de los alquimistas del Espíritu llaman a señas al alma de los hombres para que abandonen sus actitudes de autocrítica, autocompasión, autonegación, autocomplacencia y sobrerreacción a los errores del pasado. Porque cuando los hombres aprendan a perdonar y olvidar sus propias faltas, su corazón se regocijará en la aceptación de la palabra que viene de las alturas: “Lo que Dios limpió, no lo llames tú común”.
Reconociendo, entonces, que el potencial de todo hombre depende de que se sumerja en la gran corriente de sonido insonoro de la energía lumínica viva que procede del corazón del Cristo Universal, declaramos: Que el poder del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos, ejerza sus poderosas presiones kósmicas sobre el alma del aspirante a alquimista hasta que del caldero ardiente emerja flexible, emblanquecido y puro en su deseo de obedecer el fíat del SEÑOR de crear, primero, un corazón limpio, y luego, de renovar en el ser un espíritu correcto.
Dios es un Espíritu; y como Alquimista Supremo que tiene el poder de obrar cambios en el Universo, tiene la capacidad de comunicar Su pasión por la libertad al alma de cualquier hombre que desee aceptarla. Suya es la pasión que produce en el hombre el milagro del desenvolvimiento a través de un sentido de lo real. Suya es la pasión que arrojará del templo a los cambistas y mercaderes que literalmente venderían el alma de los hombres en las plazas del mundo.
Nos interesa crear en el estudiante de alquimia una percepción consciente del poder que tiene el Espíritu para comunicar el efecto transmutador del Alquimista Universal a la vida y el ser de la humanidad encarnada. A través de esta percepción serán exaltados los hombres en una forma nunca experimentada antes, porque al fin habrán reconocido que dentro de ellos mismos yace, litralmente sepultada, la semilla kósmica clave del potencial universal.
Entonces, hacer resucitar el Espíritu del Alquimista Kósmico significa que debemos buscar antes de que encontremos, que debemos llamar antes de que la puerta se abra. Debemos, en el ritual de la verdadera fe, contentarnos por comprometernos con Aquel que es capaz de custodiar y de salvar como ninguno a los que creen en Sus múltiples propósitos. Éstos se centran en el único propósito de desplegar la conciencia de la piedra que desecharon los que edificaban, del Cristo que es la cabeza de todo hombre.
En el concepto de la vida abundante ha de encontrarse el principio radioactivo de la conciencia de Dios en expansión, de la que cualquier hombre puede beber sin privas a su hermano ni pizca de su legado. No es, así, necesario que los celos ni el sentido de lucha obren en la vida de los verdaderos alquimistas; y sabios son los que estén dispuestos a someterse a las presiones de la ley divina, que van a tratar de limpiarse de todos los hábitos impuros que provienen de la densidad mortal y de la duda y el miedo, la causa fundamental de que le hombre no cumpla su destino.
Quienes se atrevan a someterse a la voluntad de Dios llegarán al sitio donde su alma pueda al fin dar la bienvenida, cara a cara, al Espíritu vencedor que hace posible la transferencia de la conciencia del Gran Alquimista a la conciencia del alquimista inferior. Gracias a esta transferencia, la esperanza se amplía en el microcosmos del yo y se contempla el milagro de la crisálida que se abre. Entonces el alma, alimentándose de la Palabra viva que vibra en el interior, comprende al fin su razón de ser en el fíat de la luz “¡Cread!”.
Así, toca a cada vida crear en concordancia con las pautas elaboradas en los cielos. Para aquel que pueda producir el milagro de estas pautas en su vida, será posible que todas las cosas vengan por añadidura; porque, al buscar primero el reino de los cielos, la Tierra misma se pliega a su dominio.
En esta serie sobre alquimia intermedia, en el nombre de Dios Todopoderoso estoy creando en la conciencia de los discípulos que estudian con aplicación un espíritu de comunión interna. A través de este espíritu –foco de mi propia llama–, Dios el Altísimo y la jerarquía de la Luz van a concentrar, por el poder del Amor universal, dentro de la conciencia del estudiante, un clima que le permita alcanzar su justo lugar dentro del esquema divino. Entonces el reino florecerá y los hombres percibirán que no necesitan entablar luchas o tratar de obtener con medios violentos aquello que Dios siempre está listo para darles.
El miedo que persiste en los mundos de los hombres es a la oscuridad, mientras que la fe, la esperanza y la caridad son los grandes portadores triples de la luz que exaltan la Realidad y conducen a los hombres hacia la luz.

Listo para la acción quedo el Caballero Comendador, 
Saint Germain.

martes, 13 de marzo de 2018

ALQUIMIA PRÁCTICA*

ALQUIMIA PRÁCTICA

Tal vez la historia de la devoción del hombre a la causa de la libertad nunca sea escrita, ni la del planeta ni la de los individuos. Por consiguiente, el hombre nunca llegará a conocer por estudios superficiales la verdadera historia de la libertad. No obstante, debido al alcance del Espíritu de Dios en el hombre y Su maravillosa sintonía con la cámara central de compensación de cada parte de la vida, el hombre puede penetrar en los registros akáshicos de aquellos momentos solemnes de la vida de otros hombres, y gracias a ello percibir cómo obtuvieron su victoria.
Tal como el alquimista edifica sobre los descubrimientos de sus predecesores, de la misma manera hay un instructor interno dentro de cada corazón que instruye al yo exterior, sometiéndolo cuando es necesario y guiando los fuegos de la mente en su búsqueda de las riberas de la realidad, con frecuencia invisibles.
Cuando al tema de la creación se le presta atención más allá de lo ordinario, el hombre empieza a darse cuenta de que su propio destino está en sus manos, como un regalo. Siempre ha acudido a Dios en busca de ayuda, y Dios siempre ha acudido al hombre para poder otorgarle todo buen don y todo el apoyo que el hombre pudiera razonablemente recibir y reconocer. Desafortunadamente, aun en aquellos periodos de sus más avanzadas meditaciones, los hombres rara vez han vislumbrado el necesario patrón kósmico de lo que son y de lo que serán.
Los secretos de la alquimia se encontrarán siempre en el terreno de la creación. Si el hombre no tiene el poder de crear, no es verdaderamente libre. Por consiguiente, la corriente de energía que Dios le está dando en incesante derrame, debe necesariamente canalizarse en matrices de deseo creador moldeadas a la voluntad divina; pero cuando son erróneamente matizadas, estas energías forman los eslabones de la cadena que lo esclaviza.
Nuestro primer paso es, entonces, abortar y transmutar la sustancia negativamente matizada en el mundo de todo aspirante a alquimista. El poder de la llama violeta transmutadora, agente del Espíritu Santo, puede pedírsele a Dios para la purificación del mundo del hombre.
Cabe señalar, sin embargo, que este poder rara vez es reconocido antes de que el alquimista haya invocado la llama por un tiempo considerable. Pero, por más que practique, su uso de la llama no será suficiente para transformar su mundo, a no ser que se mantenga la actitud científica correcta. El alquimista que insista en exaltar su propia voluntad humana y su ego, en contraposición a la Voluntad y al Ego Divinos, no puede en absoluto recibir los grandes dones que el Espíritu aspira a otorgar.
Sé que hay muchas personas que se resisten a abandonarse completamente en manos de Dios. Están dispuestas a caminar una parte del camino, y cuidadosamente dan un paso adelante cuando la voluntad superior parece halagar la suya; pero, como no han renunciado a la voluntad humana, se encuentran a la postre con que sus esfuerzos no han sido recompensados.
El hombre no puede negociar con Dios. No obstante, el Kósmos está más dispuesto a otorgar todo don bueno y perfecto al hombre de lo que el hombre está listo para recibir. El problema no radica, entonces, en el océano que está lleno de perlas, sino en el buceador mismo, que debe estar dispuesto a reconocer la presencia de los tesoros del cielo en las profundidades kósmicas: tesoros que el cielo quiere que el hombre no sólo descubra, sino que también posea.
Por actitudes incorrectas los hombres se han apartado del reino del cielo. A través de la magia y, desafortunadamente, incluso de la brujería, han tratado de ganarse aquello que hubieran podido obtener de manera permanente con tan sólo la sumisión voluntaria a la voluntad de Dios, a Sus objetivos y a Sus propósitos.
¿Durante cuánto tiempo se engañarán los hombres? ¿Durante cuánto tiempo, por sus miedos, van los hombres a evitar rendirse a los objetivos vivos de Dios? Es como si no quisieran entregar su dinero a los comerciantes en las tiendas hasta no tener en la mano la mercancía deseada.
Con Dios o con el Kósmos no se negocia. El Kósmos está siempre dispuesto a otorgar al hombre los mejores y más elevados dones, pero para poder recibirlos el hombre debe cambiar de actitud.
Los que están instruidos en los conocimientos del mundo pueden creer de corazón que con logros académicos han alcanzado la llave del gobierno de los sentidos y de la entrada a los dominios del Espíritu. ¡De ninguna manera! –declaramos nosotros. Porque ni por el intelecto ni por la rectitud obtendrán los hombres los más elevados dones.
Estos dones llegarán como el desenvolvimiento natural del alma que se somete a la gracia de Dios y entiende que, al así hacer, puede por derecho esperar que la revelación divina se manifieste en su interior. Y cuando esa revelación llega, es recibida dentro del círculo santificado de la justicia y de la razón; justicia que no causa afrenta al vecino, que no desea perjudicar a nadie, y razón que comprende que los mejores dones del Espíritu se relacionan con el reino de lo práctico.
El sentido práctico de Dios no debe ser empleado como un arma para destruir las bellezas místicas del Espíritu. Por el contrario, debe ser utilizado para atraer el misterio divino al punto focal de la manifestación individual. Tal como la carne fue creada y animada por el Espíritu, de la misma manera el sentido práctico debe ser creado y animado por los objetivos creadores de Dios.
Entonces Dios tomará de la mano al hombre y lo conducirá por el reino del orden perfecto a un lugar donde percibirá que el mundo, y todo lo que hay en él, fueron creados originalmente según un patrón kósmico perfecto. Ahí se le mostrará que la intención original fue que cada individuo manifestara una fase específica del propósito divino, y que cada fase del gran diseño fue creada para complementar la otra y con ello producir la belleza milagrosa de un reino sempiterno, por los siglos de los siglos.
¿Cómo pueden los hombres imaginar que la Mente que creó al hombre con todas sus partes maravillosas –el Universo, las estrellas, los soles, los reinos espirituales–, pudiera tener tanta falta de visión que no proveyera un camino de salida para los que se apartaran de la impronta kósmica original? ¿Acaso Su sentido práctico no confirió al hombre la plenitud de la trasmisión divina expresada en el mandato “Señoread la Tierra”? Se pretendía, y se pretende, que el hombre fuera una manifestación práctica de Dios y que aprendiera el dominio de su entorno con la sabiduría kósmica aunada a su propia inteligencia natural.
Sin embargo, hemos visto que el hombre se desanima cuando se da cuenta de que, aun cuando ha ejercitado sus facultades mentales al extremo de que su mente está literalmente atiborrada de conocimientos enciclopédicos del mundo, está no obstante limitado al músculo de la mente y es impotente para asumir el dominio de sus asuntos personales –y mucho menos de la Tierra–, porque es espiritualmente anémico.
Ahora bien, este desaliento es el resultado de que el individuo no puede reconocer que en realidad es una parte monádica de Dios. No sabe –porque no se le ha dicho– que en su eterna y silenciosa unión con la Mente de Dios está vinculado a una computadora gigantesca. A través de esta computadora está disponible de inmediato, por trasmisión Espiritual, todo el conocimiento para quien quiera utilizarlo en la realización de la voluntad de Dios.
Pero los límites del lugar de habitación del hombre –incluyendo los límites de sus sondeos mentales–, que son prescritos por ley kósmica, son la razón de que esta sabiduría la sea retenida a aquella parte del Universo que todavía no está preparada para asumir su papel de señorear la Tierra y de hacerse operativa con los poderes del Cristo Universal.
Así pues, la clave para la práctica de la alquimia espiritual avanzada, está en que el alquimista comprenda los objetivos de la Hermandad y en que se acople conscientemente a aquellos que, de palabra y acción, están comprometidos con el cumplimiento de dichos objetivos.
Cuando empiezan a dedicarse al estudio de la alquimia, los hombres apenas se dan cuenta de cuán intricado será y de cuán envueltos se verán en él. Porque si no hay una inmersión del yo en el océano de la sabiduría y el propósito universales, el alma no se puede saturar, la esponja no se puede empapar y la energía tan necesaria para la transmutación no se puede evocar.
Si parece que estoy entregando lentamente los secretos de los siglos a la mente de los estudiantes precipitados y molestos que quisieran superar todas las cosas en un momento, permitidme deciros que hoy estáis recibiendo de los retiros de la Hermandad más información de la que nosotros mismos recibimos en el pasado, cuando iniciamos nuestro propio noviciado.
En vuestra paciencia, pues, poseeréis vuestras almas; pero sed diligentes en el estudio de los diversos aspectos del ser que de vez en cuando os serán señalados, en ocasiones de la procedencia más inesperada. Estad listos para encontrar en el regalo más pequeño un tesoro intricado que, como la pieza de un rompecabezas gigante, a la primera no aparecerá importante.
Una vez más os digo: sed pacientes. Pues el tiempo, al avanzar, revela pautas eternas. Por lo tanto, hacer a un lado la búsqueda o rechazar los medios del estudio kósmico que hace posible la búsqueda, es un error de primera magnitud.
Que todos los que estén recibiendo esta forma de instrucción se regocijen y alegren, que vean en la oportunidad misma de estudiarse a sí mismos, la necesidad de prestar servicio a los hermanos al dar a conocer la enseñanza a otros. Así, al poner a la disposición de almas receptivas el don de la vida, el cielo responderá y dará mayores dones a las almas de aquellos de vosotros que han demostrado estar dispuestos a laborar y a esperar.
La perfección está próxima, y es la perfección de un maestro masón –un constructor que, al idealizar la perfección en el universo, no tiene más opción que la de idealizarla en él mismo. Éste es el constructor que ve la necesidad de depurar el asiento de residuos en su mundo, de someterse al lavado del agua por la Palabra y a la purificación del fuego sagrado. Éste es el constructor que ve la necesidad de saber cuáles son las herramientas del aspirante y cómo pueden ser empleadas estas herramientas al servicio del yo, al servicio de la humanidad y, también, en última instancia, al servicio de su Dios.
Reiteremos, pues, a todos que la vida no es tan sencilla como los hombres han soñado. Es un esquema tan vasto y alto que literalmente nos envuelve a todos: hombres, dioses y Maestros también, partes de la vida que no veis ahora, pero que veréis algún día con sólo que queráis aprender a escuchar y estar tranquilos, sabiendo que YO SOY Dios en el interior.

Para Su gloria vivo, Saint Germain.

sábado, 10 de marzo de 2018

Alianza Espiritual...Alquimia de Saint Germain.

Alianza Espiritual

El alquimista principiante apenas se da cuenta de la necesidad de una alianza Espiritual. Si los hombres tienen una posición crítica ante la aparición de los aspectos antagonistas en la empresa Espiritual, tales como las disputas entre hermanos, sus actitudes impías, sus críticas, condena y juicio mutuos, que sepan que lo que es abajo no es el producto de lo que es Arriba, sino que queda como una porción de la creación humana que no forma parte real de Dios.
Así pues, a lo que deseamos dirigir vuestra atención es a la hermandad Espiritual genuina, porque el alquimista que sólo busca su propio desarrollo nunca podrá manifestar más que un potencial relativamente débil. Los que forman alianza con la Hermandad de la Luz no están utilizando el poder funcional del Gran Alquimista como un poderoso océano que pasara a través de un estrecho grifo, sino como el gran océano que estalla en la perfección de sí mismo. Así, en todo genuino esforzarse, la mano, consciente de la cabeza, bendice los pies que marchan progresivamente hacia una meta señalada.
La libertad es, pues, un nombre y un juego, pero las apuestas son muy altas. El Gran Alquimista exige obediencia absoluta de todos los discípulos y de todos los que quieran practicar el juego del llegar a ser triunfante.
El hombre es una criatura limitada. Es limitado por las alianzas equívocas que ha realizado, con frecuencia en la ignorancia. Por consiguiente, debemos comenzar por volver literalmente al revés la existencia del hombre, lo de abajo hacia arriba y lo de adentro hacia afuera. Tenemos que rastrear las triquiñuelas que el yo finito ha empleado para mantener su soberanía sobre la vida de otros, porque es el sentido de lucha el que de hecho ha creado una lucha en la vida de incontables millones de personas.
Pero cuando se despojen de ese sentido, cuando perciban que el universo es un armonioso colaborar de la luz que sirve a la luz, se apresurarán a ocuparse de los asuntos del Padre: a transmutar la mortaja que cubre la Tierra, la mortaja compuesta de los elementos de la propia locura y los patrones emocionales destructores de los hombres.
El fuego sagrado se ha distorsionado con el uso indebido del sexo; la música sacra ha sido malograda por la introducción de los ritmos del astral y el vudú. Las nuevas moralidades de los individuos deben ser tomadas como lo que son: sencillamente, las viejas y sórdidas maquinaciones de Sodoma y Gomorra que han vuelto a aparecer en escena. A los niños se les enseña a rendir homenaje a personalidades y por ello siguen a los ídolos rocanroleros que son, a su vez, víctimas de los demonios de la oscuridad. Los ruidos brutales de estos abigarrados gaiteros destrozan las delicadas sensibilidades del alma y destruyen la maquinaria electrónica interna que permitiría a los jóvenes sintonizarse con el Espíritu de Dios y descifrar las lenguas de los ángeles.
El juego consiste ahora en atraer a los jóvenes a un espíritu de rebelión antes aún de que tengan la oportunidad de desarrollar un conocimiento correcto de la vida y de su destino como herederos de Dios. No puedo honestamente decir, empero, que sus mayores los han superado en virtud, ni encuentro que el poder del ejemplo se haya difundido en el mundo como debería.
El antiguo proverbio: “Instruye al niño en la manera en que debe conducirse, y aun cuando fuere viejo, no se apartará de ella”, ha dejado de proferirse durante muchas generaciones. Más no debemos destruir el cimiento de esperanza en el mundo porque, aunque ha habido fallas, también ha habido numerosos triunfos, muchos de ellos no narrados en los anales de la raza.
Y así, en tanto que sí desaprobamos por cierto y con razón la creciente falta de moralidad de los hombres, su espíritu licencioso y la lucha por la expresión del ego; y en tanto que sí desaprobamos el derrocamiento violento e indiscriminado de instituciones y normas sostenidas por largo tiempo por la Hermandad como lineamientos para la resolución de desequilibrios kármicos, también admitimos que una enorme cantidad de la energía de Dios ha sido negativamente matizada durante esta era y eras pasadas. Por lo tanto, las tendencias a matizar negativamente la energía deben ser desafiadas al mismo tiempo que son consideradas como factores kármicos por aquellos que están decididos a acabar con la densidad del hombre y atraer a la manifestación el reino desde hace tanto esperado.
¿Han fracasado los hombres en el pasado? Entonces el registro de ese fracaso es un imán que los atrae hacia abajo, así que deben encenderse poderosas fuerzas que lo contrarresten. Es imperativo que el poder del cielo vuelva a aparejarse y que los hombres se vuelvan de la oscuridad a la luz.
Hay, pues, un propósito para la alquimia Espiritual. Pero antes de entrar en ella lo suficiente como para que podáis atraer grandes cantidades de energía kósmica y aprendáis cómo dotar a esta energía debidamente, debo señalar la importancia de este estudio para la era actual.
Las energías destructoras que se derramaron a través de los Beatles y entraron en la mente subconsciente de los jóvenes, por populares que fueran en el mundo de la forma, van gradualmente abriéndose camino a la superficie y revelando sus colores verdaderos y sus orígenes satánicos. Estas emanaciones profanas han llevado a muchas almas jóvenes a la creencia errónea de que el ingerir drogas, la práctica de la brujería y el sexo ilícito les pueden aportar la liberación de toda limitación impuesta. En vez de ello, tales excesos las han mantenido esclavizadas a las legiones de la oscuridad.
¿No sería, entonces, de mayor valor y virtud que se permitiera al poder resurgente de la regeneración emerger a través de muchos corazones como un gran flujo kósmico? El movimiento hacia delante de este flujo es capaz de engendrar en los hombres un espíritu de aceptación voluntaria de la belleza kósmica, que a su vez aporta la esperanza floreciente en la juventud: esperanza de una mayor medida de satisfacción interna, esperanza de una mayor medida de sintonización con las realidades del universo. Las mareas de la realidad se derraman continuamente de un lado al otro del kósmos, las perciba el hombre o no.
Las certezas de la vida son con frecuencia desconocidas por los jóvenes de corazón que, al ser arrastrados por la marea de los acontecimientos humanos, rara vez son capaces de abarcar esos acontecimientos con la pertinencia que daría mayor significado a su vida.
Aconsejo por eso a todos que rehuyan el mal y la oscuridad que entran en el campo de la fuerza de los cuatro cuerpos inferiores cuando se pone la atención en el sonido discordante del jazz moderno. Aconsejo a todos los que en verdad aspiran a ser alquimistas del Espíritu que busquen la música clásica de los más grandes compositores del mundo: Beethoven, Bach, Chopín, Hayn, Handel, Wagner, Liszt, Mozart, Mendelssohn, Mahler y muchos otros que han sido comisionados por la Hermandad para traer la música de las esferas.
Aconsejo a todos que aprendan a buscar en la meditación aquellas cúspides de elevación kósmica que les permitan entender e interpretar el lenguaje de los ángeles. Aconsejo a todos que se tomen el tiempo para aprender lo que es real y para desarrollar las pasiones del Amor genuino hacia la humanidad. Pero no dejéis que estas pasiones tomen la forma de la mera devoción a los esfuerzos comunales o a levantar un segmento de la vida a un estadio más avanzado de desarrollo económico; más bien que tomen la forma de levantar a los hombres a nuevos niveles de apreciación Espiritual de su propio potencial divino como hijos de Dios.
Sólo con esta forma de devoción podrá su corazón, tocado por las manos del Creador Infinito, imbuirse de una realidad y un Amor tales que se moverán con precisión para ejecutar la voluntad divina. Así contemplarán los hombres los trabajos de una Providencia que por tanto tiempo ha anhelado encontrar mayor expresión en los asuntos de los mortales, para que dichos asuntos puedan llegar a ser en verdad guiados por el poder de la Vida desde lo alto.
Entonces morará la libertad en la vida de los hombres. Entonces elevará a los hombres la libertad con dignidad a un estado en el que podrán tener a la vista, con el poder creador del Espíritu, una edad dorada que trascenderá la era de Pericles y toda otra edad dorada que la Tierra haya conocido jamás. Esto ocurrirá con el establecimiento de una fuente de llama viva de poder, de sabiduría y de Amor.
Esa fuente inundará el alma de los hombres y empapará sus vestiduras de tanta esencia de libertad, que llegarán a percibir la alquimia Espiritual como el medio para cualquier fin kósmico. Y la gloria de la llama trina, que ahora saturará su conciencia con un brillo ardiente, evocará una respuesta igual en el propio corazón de Dios.
El vínculo que así se establezca entre la Tierra y el Cielo levantará esta estrella a una posición de mayor brillo que la Estrella de Oriente que anunció la llegada del Maestro Jesús hace dos mil años, pues esta luz va a simbolizar la victoria de la conciencia crística no sólo en un Hijo de Dios, sino en todo el género humano.
Yo soy el exponente de la libertad para esta era y al revelar estos hechos sobre la ciencia de la alquimia, no puedo dejar de expresar estos sentimientos por ser pertinentes para las luchas de los tiempos. ¿Están los hombres llenos de idealismo? Que vuelvan ese idealismo hacia la Luz, donde las ideas divinas fluyen desde una fuente central de llama viva. Que allí enciendan y reenciendan las antorchas del ser, y que los fuegos de su mente se saturen de nueva esperanza para una nueva era nacida del Espíritu.
Nunca se pretendió que la vida fuera un pozo negro de derrota, sino un pilar de victoria cuya corona de laurel habla de abundancia viva. Floreciendo dentro del alma, esa abundancia trasciende la habitación solitaria del yo para salir a los más amplios dominios del universo.
La conciencia de los Maestros Ascendidos es un poder vital que asistirá al devoto en el despliegue de una actividad más que ordinaria de servicio y de renovación genuinos. Porque nos ocupamos del asunto del Padre de renovar la conciencia de los hombres: no colocando viejos parches sobre viejos parches, sino renovando toda la vestidura de la conciencia.
Al prepararnos, entonces, para hacer que el aspirante a alquimista sea más eficiente en la realización de la voluntad del Padre y en promover el valor de la libertad, declaramos a todos los hombres: El Señor es vuestro pastor. Nada os faltará si entendéis que Él anhela guiaros correctamente, si tan sólo queréis comprender que, en tanto que el mal no tiene existencia real, su velo tenebroso ha sido, por los siglos, el medio de atar al hombre a la tierra. Y veréis que al cortar los lazos del mal y al reconocer el poder del Bien ya no colaréis el  mosquito y tragaréis el camello, sino que entraréis derecho a la Ciudad de Dios, a la conciencia que trasciende el mundo y sus opciones al reconocer las opciones Espirituales que yacen como un regalo en vuestras manos.
El hombre es el Alquimista Divino en forma física. En su mano derecha palpita el don de la vida. Es la pulsación del esfuerzo kósmico. Si no reconoce el don, el hombre se esfuma como el vapor del cristal. Si lo reconoce, el hálito kósmico fortalece la manifestación del ser hasta que la muerte es absorbida en la victoria y la Vida se yergue, trascendente y espléndida, a la vista de todos.
Hacia adelante nos desplazamos progresivamente, hacia la libertad de acción.

YO SOY, Saint Germain.


martes, 6 de marzo de 2018

PARA PENETRAR LA MATERIA*

PARA PENETRAR LA MATERIA

Antes de que empecemos a instruir al alquimista en métodos más avanzados para producir los aparentes milagros del Amor manifiestos exactamente delante de sus ojos, el deber nos compele a hacer más exhortaciones, calculadas para impedir que se extienda el peligro que representa el mal uso de poderes superiores. ¿Qué pensáis que el Jardín del Edén revela al hombre si no su desobediencia a los mandatos divinos y su mal uso del poder sagrado?
Consideraremos, entonces, la solidez de la sustancia. La Materia, que al ojo parece tan dura, en realidad está compuesta de las energías del Espíritu en rápida rotación. Cuando la Mente Superior examina la naturaleza del Espíritu y da a conocer sus hallazgos a la mente del hombre, él se ve imbuido de lo que llamaremos su primera percepción del potencial del yo para penetrar la Materia.
La Materia deja de ser sólida, y se somete a los dedos inquisidores de su mente y su espíritu. Su densidad la puede calcular y penetrar el yo; y con la velocidad de la luz, la conciencia puede alcanzar y traspasar la sustancia densa tan fácilmente como un nadador corta el agua con sus brazos en movimiento.
Mientras más percibe el individuo el poder interno del yo para sentir los diversos matices de la realidad, más se amplían sus poderes. A estas alturas, el hombre astuto y pío percibe la necesidad de custodiar el camino del Árbol de la Vida. Al mirar a su alrededor el escenario del mundo, ve una mezcla de bien y de mal, y sabe de cierto que éstos no se pueden mezclar; pues en tanto que el blanco y el negro sí se pueden mezclar, su combinación dará siempre un tono gris.
Al tratar con el yo humano, el hombre se ha convencido, con el paso de los años, que esta mezcla del blanco y del negro es la verdadera naturaleza de los hombres. Es casi como si estuvieran estigmatizado e hipnotizado por el concepto de que el troquel del pecado, como el troquel fundido, es a su vez inmutable.
A la destrucción de este concepto erróneo dedico este capítulo. Mientras que las escrituras del mundo están llenas de advertencias en contra del pecado –y ciertamente que las riñas y la discordia del mundo dan testimonio del infierno diabólico que puede encenderse en la conciencia del hombre--, también hacen su aparición la gracia y la misericordia, así como la belleza, junto con la gran cantidad de magníficas cualidades de la naturaleza.
¿Cómo, pues, vamos a distinguir entre la oscuridad y la luz cuando toman forma en la conciencia mortal y se combinan en la manifestación?
Hay quienes arguyen que el fulgor del Absoluto carecería de definición sin los valores tonales que diluyen la luz pura en varios matices de gris e incluso de negro. Dicen que la oscuridad se necesita como medio de contraste para que la luz pueda aparecer.
Permitidme apresurarme a deciros que estos individuos todavía no tienen el conocimiento que la ley Kósmica les otorgaría; por consiguiente, dejadlos en paz hasta que sepan de qué hablan. Pues no han tomado en consideración la introducción del espectro de los colores y del surgimiento de los hermosos tonos pastel que operan radiantemente en el mundo Espiritual, sin necesitar jamás ni una sombra de gris o de negro para delinear las múltiples facetas de la conciencia de Dios. El negro es la ausencia de luz y de las características de coloración de la vida, en tanto que el blanco contiene todos los rayos del arco iris, como claramente muestra el prisma.
Dejadme decir, entonces, que dentro de los dominios de lo Absoluto, dentro de la bondad de Dios, dentro de Su poder de crear, yace un esquema cromático tan deslumbrante y tan espléndido que literalmente impulsa a la conciencia del hombre fuera de su casquillo mortal de vicisitudes. ¿Por qué, entonces, permanecen hombres y mujeres en las Troyas de los habitantes de la oscuridad? Yo digo que es por simple ignorancia y por la difusión aciaga de la sospecha y la duda.
Este recelo que hombres y mujeres tienen del mundo Espiritual, invisible pero omnipotente, es un fenómeno extraño, puesto que se los convence tan fácilmente de entregarse a la causa de la falta de fe. Sosteniendo que Dios no existe, y exponiendo y explayándose en sus dudas, no parecen darse cuenta de que las energías que usan, si las dirigieran de la manera correcta hacia una fe más elevada, producirían los milagros de la alquimia. Y estas manifestaciones tangibles del poder divino los convencerían totalmente de lo justo del plan y del ideal divino.
Siempre ha sido inconcebible para tanta gente sincera y religiosa que muchos sucumban, como Fausto a Mefistófeles, y vendan su alma a las fuerzas del nihilismo. Pero no es tan difícil de comprender si los hombres están dispuestos a reconocer que es posible que la fe y la duda vivan una al lado de  otra en la conciencia del individuo.
La presencia de dos fuerzas que se oponen crea vacilación. Por ello, en momentos de fe, los individuos son capaces de creer en los poderes maravillosos de la naturaleza y de la alquimia; pero cuando permiten que en su conciencia se instalen proyecciones de dudas relativas a su propia realidad se ponen a justificar su conducta egoísta.
Por hábito utilizan los hombres las energías de dios para allegarse los elementos de la buena vida que desean. Al mismo tiempo, se complacen en impedir la manifestación del bien en las vidas de los inocentes y de aquellos que acaso sean mucho más virtuosos que ellos mismos.
De ahí que os prevengamos contra las degradaciones de la brujería y de la magia negra. Recordad que la meta de la alquimia espiritual es crear nobleza en el alma y virtud por doquier, particularmente en el reino del yo. Pues ¿cómo pueden los hombres extender a los límites de otras vidas aquello que no pueden manifestar en la propia?
En esto estriba el gran error del mago negro impaciente o del defensor de la brujería. No está dispuesto a esperar a que se manifieste su propia dedicación Espiritual ni a que se libere el hálitodivino a la cápsula de la identidad antes de ejercitar sus energías en beneficio del control del universo.
Ahora bien, este capítulo será el último que escriba en esta vena. En los próximos es mi intención entregar algunas llaves muy interesantes a los estudiantes de la luz. Pero la ley kósmica exige que explique yo que la luz siempre debe ser utilizada para producir la belleza ferviente de la dedicación a Dios, Amor a la humanidad y aquellas cualidades divinas que permiten al alma adherirse a los principios de la Gran Hermandad Blanca.
Una vez hecho esto, estamos seguros de que tendremos no sólo unos pocos estudiantes en nuestra clase sobre la ciencia de la alquimia –o ciencia del cambio milagroso, como nuestros estudiantes han llegado a llamarla--, sino muchos. Y a estos muchos también los prevendremos y pondremos sobre aviso contra el mal uso de la energía, de modo que todos sus esfuerzos serios confluyan con éxito en la realización del plan divino para la edad de oro venidera.
Sólo unos pocos están conscientes del enorme esfuerzo que se está realizando en los altos confines del cosmos para asistir a la humanidad en su despertar del letargo de su largo sueño en los dominios del ego humano –ese fantástico y complejo campo energético de la individualidad del cual puede nacer un Dios, y del cual pueden emerger también formas monstruosas de discordia y confusión –a los dominios del Yo Real, que lleva encerrados en su interior, esperando liberarlos, los más grandes secretos de todos los tiempos.
Hoy es el día del SEÑOR. Hoy es el día del Yo Divino. El tiempo no ha estropeado el poder de Aquel que dijo: “YO SOY el mismo ayer, hoy y para siempre”. Por lo tanto, tened la certeza de que recibiréis una calidad respuesta a aquellos esfuerzos que se realizan con esperanza, con fe y con caridad, porque los más grandes Maestros trabajan en este terreno.
Ser un adepto mortal, mover montañas por ambición y el engrandecimiento de la persona humana no significa nada. Porque aquel que dijo: “Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura”, sabía lo que decía.
Ahora mismo, este día, estáis en el umbral de la realización en vuestra vida, cuando os dais cuenta de la belleza de la nobleza, tan hábilmente expresada por Sir Galahad: “Mi fuerza es la fuerza de diez hombres, porque mi corazón es puro”.
Preparémonos para esa purea que precede a la más grande de las manifestaciones alquímicas.
Por vuestro avance y realización, quedo, Saint Germain.

sábado, 18 de marzo de 2017

FÓRMULAS PARA LA PRECIPITACIÓN I *

FÓRMULAS PARA LA PRECIPITACIÓN

No lo que podría ser, sino lo que será porque el hombre lo vislumbra, lo convoca y adecua a la ley universal. ¡La alquimia!
La maravillosa ciencia del cambio que llena los deseos más profundos del corazón, ordena los asuntos de los hombres y renueva la dulce pureza de su comunión original con el Gran Progenitor.
El concepto de multiplicación de las células insinúa la ley de la naturaleza que asegura adición continua. Esta ley que rige la reproducción de la vida según su género no concierne solamente al cuerpo físico, sino a la mente, los sentimientos y la memoria, así como al Espíritu puro del hombre. La coordinación entre los cuatro cuerpos inferiores y los vehículos superiores, permite que el hombre controle primero su medio y luego que cree, con la condición de que sea capaz de comprender las obvias ilusiones del mundo de las apariencias, cuyo punto de referencia son el tiempo y el espacio, y no obstaculizado por ellas.
Ahora bien, la presencia o la ausencia de ciertos factores pueden, a bien alargar, o bien acortar el tiempo para la precipitación, aun cuando todos los otros componentes estén en regla. Por ello, cuando estos factores son conocidos, pueden ser eliminados sistemáticamente para reducir el tiempo de manifestación. Los impedimentos principales de la precipitación han de reconocerse en:
1) la inarmonía en el mundo de los sentimientos,
2) el sentimiento de soledad o de abandono, y
3) el sentimiento de insignificancia o inseguridad y duda.
A veces la presencia de estos factores puede minimizarse con un simple  acto de fe. En otras, tal vez se requiera una dedicación más seria a la Deidad y un reforzamiento de las acciones contrarrestantes positivas destinadas para eliminar completamente las influencias negativas que se manifiestan dentro y fuera del propio mundo.
Acaso parezca extraño a algunos de vosotros que llame vuestra atención a estos hechos tan sencillos. Pero permítaseme decir, rectamente, que no son tan sencillos, pues los efectos de estas energías humorales en los esfuerzos creadores, son de consecuencia muchos mayores de lo que los hombres están dispuestos a admitir.
Al indicar la necesidad de corregir estas condiciones y de hacer que el aspirante a alquimista sea consciente de la influencia que ellas ejercen en su manifestación deseada, siento que estamos dando un gran paso hacia la dirección correcta. Porque este conocimiento, al ser aplicado, impedirá la introducción de factores de desaliento más tarde, cuando para algunos los resultados esperados no aparezcan de inmediato por las mismas razones que acabo de mencionar.
Esto me lleva al sitio donde quiero asistir, al inicio de mi enseñanza, en la nece3sidad de perseverancia. Con frecuencia el no perseverar por el curso correcto ha anulado todos los frutos justo antes de que la cosecha del mundo invisible estuviera lista para rendirse en las manos y uso del aspirante.
Me gustaría mencionar ahora uno de los grandes factores alquímicos vitales cuyo poder positivo debería ser tomado también en cuenta. El principal de esta lista es la fe, que incluye la creencia en la fuerza de rotación que mantiene a los electrones en su movimiento vital girando alrededor de sus centros electrónicos.
Esta fuerza se asemeja a un resorte apretadamente comprimido, casi omnipotente. Está en el centro de todo sistema solar y átomo cuyo flujo y emanación magnéticos, a la vez que están centrados en su propio núcleo, son capaces, por ley kósmica, de ligarse a campos energéticos ilimitados para producir cualquier manifestación milagrosa que se requiera en el instante –cuando el individuo puede convencerse a si mismo y al Universo de que su camino es correcto.
Ahora bien, todos hemos conocido hombres con un éxito notorio en la producción de acciones incorrectas sencillamente porque estaba convencido de que su camino era el justo, aunque de hecho estuvieran equivocados. Esto no significa que el Kósmos mismo sea proverbialmente ciego; esto es simplemente indicativo de la necesidad kósmica de proteger los secretos de la creación de los ojos de los curiosos y de guardar los tesoros del cielo a través de los sistemas de iniciación desarrollados por la Hermandad.
Por esta misma razón se emitió el fiat divino: “He aquí, el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, porque no alargue su mano y tome también del Árbol de la Vida y coma y viva para siempre; por eso el Señor Dios lo echó del jardín del Edén, para que labrase la tierra de donde fue tomado”.
La necesidad interna del universo de proteger sus secretos de los profanos, es visible en las actividades de las hordas luciferinas que, de cuando en cuando, durante la larga historia del planeta, han comprometido a los hijos de Dios en el mal uso del poder creador y sagrado de la vida. Esto lo han hecho a través de perversiones psicodélicas, drogas peligrosas, su contagioso espíritu de rebelión contra el orden (que es la primera ley del Cielo) y la difusión del caos, a menudo en nombre del idealismo.
Pero esta clase de idealismo siempre ha estado basada en el orgullo intelectual; se la presenta  como el plan contrario de la mente carnal que compite con la Mente Divina, considerándose superior a ella. Por lo tanto, si acaso ha parecido demasiado protector en este curso intermedio sobre alquimia, el cielo sabe que hay una razón para ello.
Y ahora a todos y cada uno digo, tomando en cuenta la semántica de la alquimia, reconozcamos que la palabra altar significa lugar sagrado de cambio. Aquí toda transformación es obrada por la ley de Dios. Dios es la ley. Su ley no existe sin el Amor. Pero, desafortunadamente, debido a la generosidad misma inherente a la Naturaleza Divina, que permite que la humanidad en evolución utilice varias funciones de la ley, el hombre ha podido separar la ley del Amor.

FÓRMULAS PARA LA PRECIPITACIÓN II *

Así los aspectos más mecánicos de la alquimia, llamados magia, han sido empleados durante siglos por aquellos que han usado su conocimiento de las leyes de Dios con fines egoístas. Esto fue demostrado en la corte del Faraón, cuando Arón, verdadero alquimista del Espíritu, fue desafiado por los magos, que arrojaron sus varas, que también se convirtieron en serpientes.
Los aspectos mecánicos de la ley se combinan a menudo con trucos para producir fenómenos que a los ojos de Dios o tienen significado alguno. Una vez que un hombre ha alcanzado la posición de verdadero adepto espiritual, ha desarrollado ya los poderes del Amor y la sabiduría dentro del marco de la ley universal. No hace daño a nadie y sus enseñanzas alquímicas reflejan su abnegación.
Entonces los milagros que realiza son mucho menos importantes a sus propios ojos que el milagro de su unión con su Creador.
Así que, ahora que estamos ante el altar, el lugar consagrado a la ciencia del cambio maravilloso, debemos examinar las dos vías que tenemos delante. La primera es elegir un procedimiento basado en el conocimiento más elevado que se nos haya dado a conocer.
Decidimos qué deseamos cambiar. Decidimos por qué necesita que se cambie. Esto le da fuerza motora a nuestro experimento alquímico.
Al mismo tiempo, reconocemos las limitaciones del conocimiento del hombre y la superioridad del Yo Divino y de los hermanos mayores de Luz que lo asisten en la elaboración de su destino individual. Por consiguiente, el segundo procedimiento es estar al tanto de que el cambio correcto puede producirse sin el conocimiento consciente de lo que dicho cambio debería ser.
Sencillamente invocamos de Dios la pureza de Au plan divino para el cambio correcto.
En otras palabras, ordenamos, en nombre del SEÑOR –cosa que, como co-creadores con Dios, el hombre tiene derecho a hacer--, una precipitación alquímica  de los dones y gracias del Espíritu que detonarán al hijo bienaventurado de las cualidades del Cristo, haciéndolo más capaz como alquimista Espiritual y más integrado al plan universal. He encontrado que, siempre que se utiliza la segunda técnica alquímica, fortifica la primera invocación (acción invocada) y llena los vacíos en el caudal de conocimiento del hombre, cubriendo su ignorancia con el manto de la verdadera espiritualidad.
Cuando estemos ante el altar, conscientes de las realidades de Dios y del potencial que existe para que se realicen en el hombre, tomemos en cuenta también a los seres magistrales que ya se han ganado la habilidad de producir cambios a voluntad. Con toda seguridad, la asistencia de quienes han tenido éxito en las artes alquímicas será invaluable en la producción del fruto de nuestros deseos. Caben aquí perfectamente las invocaciones y plegarias de nuestra elección.
Con una percepción en la ley, con la fe en su función impersonal y un propósito decidido de que una vez que se haya desarrollado la fórmula la manifestación deseada debe aparecer en la forma, procederemos con este asunto de crear cambios.
Ahora bien, uno de los medios más efectivos para producir cambios –y este que os doy a conocer aquí es un secreto profundo y maravilloso guardado por muchos adeptos de Oriente y Occidente--, es a través de lo que llamaré la “creación de la nube”. San Pablo se refirió a una “nube de testigos”. Yo me estoy refiriendo a una nube de energía infinita que, algo así como el éter tan propagado por los científicos hace un siglo, está presente en todos lados, pero no se manifiesta en ningún lado hasta que se le llama a la acción.
A la primera lectura, a quienes tienen una mente empírica – y que son hábiles sólo en los aspectos materiales de la ciencia y en lo que los sentidos pueden percibir – estas observaciones les parecerán un montón de tonterías. Si hay quienes piensen así, no puedo más que compadecerme de ellos.
No puedo ayudarlos, ni me pide la ley que me disculpe, pues he demostrado este principio infinidad de veces con muchísimo éxito.
Y creo que allí donde los grandes adeptos no lo utilizan conscientemente, está autorizado en ellos a través del contacto con la Mente Superior. Pero para la mayoría de nuestros estudiantes principiantes e intermedios será esencial que aprendan cuidadosamente la nube y luego esperen hasta que su aparición se convierta en un proceso automatizado en su ser.
Continuaré la semana próxima con esta muy importante actividad: “¡Cread!” y la nube.

Hacia adelante,
Saint Germain.

Paola Wlack
Mahanbir Kaur*

miércoles, 20 de julio de 2016

"!CREAD"¡ Y LA NUBE I

“¡CREAD!” Y LA NUBE

Cuán profundamente han anhelado muchos hombres saber cómo generar cambios constructivos tanto en ellos mismos como en el mundo. Que se den cuenta, pues, de que provocar cambios es un acto creador. La alquimia es la ciencia creadora gracias a la cual al hombre le es posible obedecer el fiat original de Dios “¡Señoread la Tierra!”.
Este mandato era indicativo del plan del Padre para Su hijo, y los medios para llevarlo a cabo se van descubriendo a medida que uno aprende los antiguos secretos de esta ciencia sagrada. Al practicar estos principios alquímicos, el individuo es capaz de elevarse de la condición de títere de la voluntad de otros egos, de la voluntad de espíritus desobedientes, de las fantasías pasajeras del momento o de los dictados de los hermanos de la oscuridad, que inducen al joven adepto a practicar la magia negra y la brujería, halagando su ego, citando a menudo las Escrituras y diciéndole: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se hagan pan”.
Ahora estamos casi a punto de dar nuestros pasos iniciales en la generación de cambio: no un cambio que haga engranar al hombre a la escena contemporánea, donde todos sus esfuerzos son moldeados por factores ambientales, sino un cambio que lo acerque a su Imagen Real. Crearemos el medio gracias al cual el cambio se pueda generar por nuestra soberana voluntad, gracias al cual podamos señorear la Tierra. Porque es aquí en la Tierra donde estamos obligados a crear los deseos de nuestro corazón. Es aquí y ahora donde por cierto estamos obligados a convertirnos en co-creadores con Dios, para cumplir así con la pureza de Su propósito.
En tanto que reconozco que parece haber factores mecanicistas en la dirección científica que estoy por daros, estoy seguro de que habréis notado las muchas salvaguardas que he introducido en este curso para asegurarme de que nunca tengáis una opinión errónea; pues nadie debería asumir nunca que por un mero ritual científico o mecánico será capaz de realizar los más elevados tipos de manifestación alquímica.
¡De ninguna manera! Porque la alquimia más elevada, el mayor cambio, es el que transforma al hombre en un dios, aquel por el cual el hijo se convierte en uno con el Padre; y esto no se puede lograr nunca por medios mecánicos.
Paraos ahora delante de vuestro altar, honrando al Dios vivo y Su fiat. Pues Aquel que es Dios lo ha ordenado: “¡Señoread!”. Estáis funcionando correctamente, entonces, cuando hacéis al menos eso. Estáis a punto de crear; primero crearéis la nube a partir del enorme poder de Dios almacenado en cada punto del espacio, esperando ser invocado.
El poder de la visión es fundamental para nuestra invocación. Por lo tanto, crearemos en nuestra mente primero un resplandor blanco lechoso, y veremos este resplandor blanco lechoso como una acción electrónica vibratoria de luz vital, móvil, inefable. La concentración de la luz, que llamamos la densidad de la luz, es lo que da el color blanco lechoso. Si la nube fuera atenuada, podríamos ver a través de ella como si las escenas que nos rodean estuvieran envueltas en neblina.
Una vez habiendo creado en nuestra mente esta forma de una nube translúcida y brillante, le permitimos que rodee nuestro cuerpo físico y que ocupe nuestro cambo energético. Por un momento nos perdemos entre la nube, y luego parece como si hubiera estado ahí. Su atmósfera es familiar, cómoda.
Reconocemos que la mente tiene el poder de extender su círculo de influencia, pero no debemos tratar de alejarnos del árbol original del yo. Que esta nube brillante y resplandeciente tenga primero como tres metros de diámetro a nuestro alrededor. Más tarde, tal vez la extenderemos a un diámetro de treinta metros, luego a trescientos metros y más.
En nuestras primeras meditaciones nos concentraremos en intensificar la acción de la luz blanca en nuestra mente. De ahí transferiremos esa acción a la zona de tres metros alrededor de la forma física. Una vez que hayamos desarrollado la sensación de esta nube alrededor de nuestra forma física, entenderemos que, aun cuando la nube pueda hacerse visible a nuestra vista física, nuestra preocupación principal es hacer que su alta acción vibratoria sea puramente Espiritual.
Quienes entre vosotros estén familiarizados con la electrónica y con el funcionamiento de un reóstato, entenderán que con un simple viraje que se dé al dial de la conciencia podemos intensificar la acción vibratoria de la nube. En este caso, incorporamos más luz alrededor de cada punto central de luz; pues nuestra nube se compone de muchos puntos de luz cuyas auras se difunden y mezclan unas con otras, dando el efecto total de un resplandor blanco entrelazado pero altamente concentrado, una nube remolineante y pura de energía kósmica.